La lucha contra las especies invasoras es un desafío continuo en Galápagos, pero proyectos como Compartiendo aprendizajes: Replicabilidad de respuestas ecológicas para el manejo integral de Especies Invasoras Plagas (EIP) confirman que el camino hacia un manejo ambiental sostenible es posible cuando la ciencia y el conocimiento local se unen con un objetivo común: la protección del patrimonio natural.
Entre enero y diciembre de 2024, la isla Isabela de Galápagos fue escenario de un ambicioso esfuerzo ambiental. Durante doce meses, agricultores, técnicos y científicos trabajaron en la implementación del proyecto Compartiendo aprendizajes: Replicabilidad de respuestas ecológicas para el manejo integral de Especies Invasoras Plagas (EIP), una iniciativa del Fondo para Control de Especies Invasoras de Galápagos (FEIG), el Ministerio deAgricultura y Ganadería y laFundación Heifer Ecuador, orientada a la reducción del uso de agroquímicos, producción sostenible y cuidado del ambiente
La presencia de especies invasoras es un problema creciente en las Galápagos, que se incrementa, en gran medida, por la importación de alimentos desde el continente. Junto a los productos, llegan plagas que afectan los ecosistemas únicos de estas islas, que impactan no solo a la flora y fauna endémica, sino también a la producción agrícola local. La iniciativa, ejecutada por agricultores en Isabela, se inspiró en prácticas exitosas aplicadas en SanCristóbal, que demuestran que el conocimiento compartido es clave para la resiliencia ambiental.
Uno de los logros más significativos del proyecto fue la instalación de tres estaciones meteorológicas en Isabela, herramientas clave para el monitoreo de factores ambientales que influyen en el comportamiento y el estado de las plagas. Con acceso a información meteorológica actualizada, los agricultores tomarán decisiones más informadas sobre el manejo de sus cultivos.Este conocimiento les permite reducir el uso de químicos, fortalecer métodos ecológicos de control y proteger el equilibrio natural del ecosistema.
Además, el proyecto permitió que 30 familias agricultoras implementen planes de manejo integrales para recuperar tierras abandonadas, mejorar la producción agropecuaria y conservar nichos ecológicos. Con estas acciones, no solo se incrementó la oferta de alimentos frescos y ecológicos en la isla, sino que también se promovió la autosuficiencia agrícola, que promueve la reducción de la dependencia de importaciones y, con ello, la introducción de nuevas plagas.
Para Mario Piu, representante del Fondo de Especies Invasoras de Galápagos (FEIG), este tipo de iniciativas permite articular el financiamiento y la necesidad de abordar la problemática de las especies introducidas desde el punto de vista del sector rural, los productores y los agricultores. Además, sostiene que las especies invasoras son quizás la segunda causa de la pérdida de la biodiversidad. Da un ejemplo: la mosca vampiro que amenaza a las especies de aves endémicas del Archipiélago.
“Una finca productiva sostenible, que desarrolla buenas prácticas de producción es un aliado de la conservación”.
Ninibeth Loza, contraparte técnica del MAG del proyecto destacó que los manejos exitosos identificados en SanCristóbal proporcionaron información validada que facilitó la demostración de nuevos enfoques y formas de manejo de tres plagas: el picudo negro, el picudo rayado y la mosca blanca. A lo largo de la implementación del proyecto, se logró concienciar sobre la importancia de la investigación in situ en el manejo de especies invasoras plagas y se capacitó a los agricultores en elaboración de abonos orgánicos, bioles, entre otros. A esto se suma la instalación de tres estaciones meteorológicas en diferentes pisos altitudinales, las que están funcionando. “Actualmente seguimos dándoles el acompañamiento de parte del proyecto, quedaron algunos insumos con el Ministerio y se siguen instalando trampas y se siguen monitoreando esta actividad”.
El proyecto apostó por un enfoque basado en el diálogo de saberes, que combina el conocimiento tradicional de los agricultores con herramientas científicas y tecnológicas. Esta sinergia permitió desarrollar soluciones adaptadas a la realidad local y garantizar su sostenibilidad a largo plazo.
Las fincas que son parte del proyecto recibieron visitas constantes por parte de Michel Escobar, técnico del proyecto. Para él, la replicabilidad de prácticas exitosas, el uso de información meteorológica para la toma de decisiones y la integración de la comunidad en la conservación son estrategias que pueden aplicarse en otras islas del archipiélago. El técnico informa que el proyecto inició con un listado de 30 fincas y que con el paso del tiempo se sumaron más. En la actualidad son 51 fincas participantes.
Isabel Tupiza de 72 años, junto a su esposo, manejan la finca Santa Bárbara, en Isabela. Su propiedad tiene una extensión de 68hectáreas. Ahí trabajan la tierra para la agricultura y la ganadería. Además delos cultivos de pasto y madera siembran productos de ciclo corto como las legumbres.
Para ella la capacitación trajo buenas acciones, pues aprendió a controlar las plagas sin químicos. Escobar visitó su finca y juntos implementaron trampas cromáticas y de feromonas para combatir plagas como pulgones y polillas en los cultivos.