2020-05-27

¿Cómo llega esa taza de leche para su desayuno durante la cuarentena?

Elaborado por: Ela ZambranoFotos: Archivo Heifer-Ecuador

A las 05h00 de la mañana termina el toque de queda en el Ecuador. A las 06h00, las integrantes de la Asociación de Producción Alimenticia Nueva Esperanza (Aspralnues) de Cotopaxi inician el acopio de la leche de ordeño de sus 12 socias y de 195 familias productoras para su venta y procesamiento, esta rutina la han mantenido desde hace 26 años. Actualmente recolectan 4 mil litros diarios y el ritmo no ha bajado pese a la emergencia sanitaria.

“El recorrido termina a las 11h00 y toda la producción se lleva a la planta de acopio y de transformación, en donde hemos incrementado las medidas sanitarias y de seguridad personal, pero no hemos parado”, relata Susana Vaca, administradora de Aspralnues. La dinámica se ha ajustado a las disposiciones de la cuarentena sin disminuir el abastecimiento a las ciudades y los ingresos económicos a las familias de las zonas lecheras.

En el 2018, Heifer-Ecuador dio continuidad a la implementación de un modelo de negocio en manos de campesinos y al que se articulan las prefecturas, empresa pública y privada con el apoyo de la academia, desempeñando un rol específico en cada eslabón de la cadena de valor de la leche. Son 16 organizaciones las que han beneficiado directamente a un total de 2.850 familias campesinas situadas en Pichincha (Los Bancos), El Oro (Piñas y Zaruma) y Cotopaxi (Latacunga, Pujilí, Salcedo y La Maná).

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De esta manera, se ha garantizado que en las casas de los ecuatorianos no falten: leche, queso, manjar, yogur y mantequilla, entre otros derivados. En el Ecuador se estima que el consumo per cápita es de 105 litros de leche al año y que el 75% de la producción láctea está en manos de pequeños y medianos productores.

¿Cómo han logrado mantener la producción en medio de las restricciones generadas por el covid-19? Juan Escobar, gerente del proyecto DNA de Heifer, explica que hay una experiencia previa que se relaciona con las protestas de octubre de 2019, que implicó la paralización del servicio de transporte público y una numerosa movilización indígena hacia la capital. En ese polémico contexto, los productores comprendieron la necesidad de hacer cambios en el manejo de la producción e implementar estrategias en conjunto con las empresas campesinas para la comercialización. A partir de esa fecha trabajaron en un plan de riesgos, actualizaron su modelo y plan de negocios para hacer inversiones en los centros de transformación y en la capacitación de sus socios.

Una vez que se declara la emergencia sanitaria por el covid-19 en el país, las organizaciones campesinas aplican el plan de riesgos en toda la cadena productiva, se refuerzan los protocolos de bioseguridad, pero también se plantean estrategias de información a los productores y trabajadores de las empresas asociativas, para que la actividad lechera no se detenga pese a las limitaciones de movilidad.

Actualizadas las herramientas financieras, las empresas asociativas priorizan su inversión en la compra de equipos y con el apoyo de Heifer obtienen un fondo para equiparlos con cuartos fríos, empacadora al vacío, hiladoras de queso mozzarella. Al mismo tiempo, los socios compraron vacas en producción para aumentar el volumen de leche en los centros de acopio y de transformación.

Entre las acciones, se logró que los productores de Cotopaxi cuenten con un cuarto frío con capacidad de guardar los productos lácteos hasta tres meses en óptimas condiciones; en El Oro instalaron una máquina hiladora para queso mozzarella; en Los Bancos tienen una comercializadora propia y se apoya en las estrategias de comercialización para que Heifer pueda apoyar con inversión.

Las asociaciones de productores de leche trabajan bajo los criterios de buenas prácticas de manufactura para garantizar la inocuidad en todos sus procesos en los 16 centros de acopio, sin embargo, por la presencia de virus “se reforzaron las medidas de bioseguridad”.

Escobar menciona que Heifer inició una campaña de concientización con los productores de leche, se reforzaron los estándares de saneamiento para garantizar la seguridad y salud del personal y se implementaron nuevos protocolos frente a esta emergencia, se elaboró una guía de bioseguridad para la producción láctea campesina en la que se establece el paso a paso durante la cadena de producción.

Además, con el afán de dar continuidad a las capacitaciones para los promotores de las organizaciones se produjeron tutoriales que informan sobre los procesos a seguir para asegurar la cadena productiva, esto se difundió a través de la plataforma de mensajería WhastApp.

Es así que los productores campesinos han logrado sostener la producción de leche y sus derivados, lo que les supone un ingreso al día de 20 a 25 dólares, con una producción promedio de 45 litros. Si la producción lechera se paraliza en cualquier eslabón de la cadena productiva se afecta el campo y la economía del país.

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La empresa privada tiene su parte en la cadena de producción y le corresponde no dejar de adquirir el producto.

En el Ecuador, la cadena de valor de leche representa el 1% del PIB total y el 4% del PIB en el sector y crea empleos para 1,2 millones de familias ecuatorianas.

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